¿Necesitan los traductores un porfolio?

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En el ámbito digital es habitual contar con un portafolio en el que un profesional pueda mostrar algunos ejemplos de su trabajo. Es algo muy común entre diseñadores gráficos, fotógrafos y artistas en general.

Con un portafolio se consigue crear una pequeña galería en la que los posibles clientes ven distintas muestras del trabajo de este profesional. Pueden conocer su técnica, su forma de capturar la esencia de los productos, etc. Un porfolio es tan importante en estas áreas laborales que ningún profesional se plantea no tener uno.

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Derechos de autor, el gran problema de los traductores

La traducción está considerada una obra derivada al existir una obra original. Aunque sea una obra derivada conlleva unos derechos de autor ya que entregar una traducción excelente requiere de conocimiento, creatividad y esfuerzo.

La mayoría de encargos son comercializados por los propios clientes que mantienen los derechos de autor como es el caso de las editoriales o las series de televisión. El traductor tiene los mismos derechos legales que su autor original solo en las obras de dominio público.

Por lo general, un traductor percibe entre un 1 y un 3 % de los derechos de autor de una obra traducida. Existe una lucha entre los traductores por tener un mayor porcentaje de los derechos de autor y además, conseguir más visibilidad de su trabajo como por ejemplo indicar su nombre en la portada de los libros.

Como ves, contar con ejemplos del trabajo de un traductor para un porfolio es complicado pero no imposible.

¿Cómo puede crear un traductor un porfolio?

A pesar de que un traductor tiene que lidiar con los derechos de autor y no puede publicar en su porfolio obras de este tipo, existen otras formas de crear uno de calidad.

  1. Trabajos realizados por iniciativa propia. El mundo digital está lleno de textos de dominio público en una infinidad de lenguas. Un traductor cuenta con la opción de escoger alguno de ellos y traducirlo simplemente para que forme parte de su portafolio.
  2. Testimonios de los clientes. Otra opción es solicitar a los clientes con los que ha colaborado un testimonio de cómo ha sido el desarrollo del trabajo. También se le puede pedir la autorización para publicar ciertos fragmentos de la obra sin que comprometa el contenido general.
  3. Pruebas de traducción. La gran mayoría de traductores se enfrentan a una prueba de traducción cuando solicitan colaborar con un cliente o plataforma como blarlo. Esos ejemplos pueden servir como muestras en un portafolio.
  4. Su propia web y blog.  Contar con una página web propia en la que quede reflejado de forma clara cuáles son las lenguas de trabajo y las áreas de especialización es fundamental para ganar visibilidad. Es ideal que la página esté traducida a las lenguas de trabajo del traductor. Además, es recomendable incluir en la web un blog profesional. En ese blog el traductor puede comentar su experiencia, cómo ha resuelto las dificultades técnicas o lingüísticas de una obra, etc. En definitiva, hacer notar que es un experto en la materia.

Contar con un porfolio es cada vez más común entre los traductores. Es importante elegir adecuadamente las muestras de traducción y mimar hasta el mínimo detalle. Un traductor vive de las letras y, por tanto, no se puede permitir el lujo de cometer errores ortográficos o lingüísticos. Un porfolio es un DNI profesional.

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