En ocasiones, el traductor se enfrenta a la siguiente duda: ¿se deben traducir los nombres de las marcas? A continuación, abordamos esta cuestión y te ofrecemos algunos ejemplos de traducciones para que te sea más fácil saber qué hay que hacer exactamente cuando nos encontramos una marca en un texto redactado en lengua extranjera.
¿Deben traducirse las marcas comerciales?
Sí. Aunque los nombres propios no han de traducirse, las marcas comerciales sí. Sin embargo, las traducciones no obedecen tanto al propio significado como a mejorar su sonido y, sobre todo, a evitar el uso de términos que en otra lengua no suenan bien o puedan llegar a ser ofensivas.
Este es el caso de muchas marcas famosas que, dependiendo del país en el que se vendan sus productos, crean nombres distintos para conseguir aumentar sus ventas con mayor facilidad. En ocasiones, la elección de un nuevo término obedece a estrategias comerciales, ya que el mismo producto importado tiene un precio mayor que el traducido, lo que genera una crisis en la empresa que se soluciona unificando el nombre en cada país.
Casos conocidos que confirman la necesidad de traducir una marca
El conocido limpiador Mister Proper se convirtió en Don Limpio debido al caso arriba expuesto. Otro de los ejemplos más claros es el del desodorante Axe (Hacha) que en el mercado anglosajón se denomina Lynx. Entre los casos más curiosos se encuentran los que a continuación te comentamos.
Frigo
Esta marca de helados existía desde los años 70 del pasado siglo en España. Sin embargo, al ser vendida la marca, se apostó por usar un logotipo con forma de corazón (propiedad de Heartbrand) que provoca que estos productos se denominen Holanda en México o Streets en Australia.
Burger King
Aunque se trata de una franquicia internacional, en Australia, gracias a que McDonald’s tenía registrado el nombre para su uso en un restaurante de Adelaida, se llama Hunger’s Jack.
Nombres de modelos de automóviles
El Nissan Moco, un pequeño utilitario de color verde, nunca salió a la venta en España. El Mitsubishi Montero apostó por este último para obviar el original (Pajero). El Chevrolet Corsa se denominaba, en Estados Unidos, Nova, por lo que no es necesario explicar por qué no se vendió en España con ese nombre. El Mercedes Vitto y el Honda Fitta tradujeron sus hombres en Suecia ya que sendos términos aluden a los genitales de la mujer.
La unión del marketing y la traducción
A pesar de la obligatoriedad de la traducción, todo parece indicar que es el propio mercado el que decide qué decisión ha de tomarse. Sin embargo, ¿crees que es necesario aumentar el número de extranjerismos en nuestra lengua? ¿Se puede llegar a devaluar el español si se impone la costumbre de no traducir las marcas comerciales?
Las respuestas a estas preguntas son las que han de marcar el camino de los traductores. Todo sea por ajustar los términos a la lengua a la que se traduce sin caer en el error de seguir produciendo neologismos que terminen por alterar su pureza. ¿Algo que añadir? Puedes hacerlo en los comentarios.