La imagen y la palabra deben aunarse para atraer y seducir a cualquier extranjero para conseguir que se decante por una oferta turística. Esta labor de seducción pasa por la lengua y es que un turista apreciará mucho el poder leer folletos y guías que le ayuden a conocer el turismo y cultura de un país.
Más allá del traductor Google debemos entender que la calidad lingüística de las comunicaciones debe ser muy buena para conseguir buenos resultados y evitar un choque de culturas o crisis cultural. Una mala traducción puede hacer que el mensaje fracase y generar una imagen pésima de la oficina de turismo.
La imagen del país depende de una buena traducción
Las traducciones o adaptaciones de estos textos deben llevarlas a cabo traductores y redactores que dominen la riqueza lingüística de su idioma, pero a la vez conozcan muy bien la cultura e idioma. Un extranjero detectará si los textos que lee están bien redactados en su idioma natural. Una traducción o adaptación bien hecha no se nota y suena natural.
1. Seducción del lenguaje
El lenguaje tiene un gran poder de seducción y fidelización si queremos llegar a establecimientos turísticos y tiendas a las que dirigir a nuestros clientes. Si se los atiende bien y les hablamos en nuestra lengua vamos a aumentar la probabilidad de que vuelvan y repitan. El fortalecimiento de las comunicaciones y el idioma crea mayores sinergias.
2. Profesionalidad y especificidad cultural
Hay traducciones que requieren de un proceso cuidadoso que debe realizar un traductor profesional y es muy importante destacar que hay ciertas especificidades culturales que nos obligan a adaptarnos a distintas variedades que pueda tener alguna lengua. No es lo mismo la lengua española que se emplea en España que en Latinoamérica.
3. Un error de traducción puede costar caro
Hay que echar un vistazo a muchas imágenes que circulan por la red para ver el mal uso que se hace de las traducciones en el sector del turismo. Las cartas de los restaurantes o folletos publicitarios a veces están llenos de errores. Traducir los platos de una carta no es una tarea fácil porque hay que describir al turista, de forma exacta, lo que va a encontrar en el plato.
Una traducción de calidad implica que no se percibe si existe un traductor detrás. El secreto de una buena traducción se resume en el término «localización», que es el proceso de adaptar un producto o servicio a una región específica.
La diferencia entre una traducción y la localización es bastante sencilla: la traducción consiste en trasvasar la información de un idioma a otro de una forma que sea correcta, mientras que la localización va mucho más allá al tratar de adaptar el contenido y orientarlo al público según su procedencia, idioma y costumbres.
Finalmente, cabe destacar que para que haya una adaptación a la cultura se debe conseguir que el texto que se tradujo tenga el mismo efecto en la lengua de llegada, el turista percibirá la información adaptada a su cultura.