La imitación lingüística de sonidos no discursivos que sugieren o describen un hecho o acción determinada (clic, glup glup, guau guau, etc.) se denomina onomatopeya. Y es un recurso que utilizamos casi a diario en nuestra comunicación oral y escrita, como bien saben los profesionales dedicados a los servicios de traducción.
Esto lo encontraremos habitualmente en la literatura. Principalmente, en los cómics (seguro que puedes imaginarte esa bomba explotando en la viñeta, acompañada de la onomatopeya “buuum”). Claro, que este recurso no existe solo en nuestro país. Y puesto que dos regiones pueden hablar dos lenguas que se encuentran fonéticamente muy alejadas entre sí, las onomatopeyas serán a su vez radicalmente diferentes. La pregunta que cabe hacerse en este punto es: ¿son las onomatopeyas traducibles? Podemos ofrecerte multitud de ejemplos que, seguramente, te resulten muy curiosos.
La agencia de traducción y las onomatopeyas en función de los idiomas
En nuestra agencia de traducción estamos muy acostumbrados a traducir onomatopeyas. Por eso, podemos decirte que una inmensa cantidad de ellas se localiza dentro del mundo animal:
– El ladrido de los perros. En castellano solemos imitar los ladridos con el típico “guau guau”. No obstante, no hace falta irse muy lejos para observar importantes variantes. En catalán, los ladridos son interpretados como “bup bup”, y en euskera, “zaunk”. Si abandonamos nuestras fronteras, podemos encontrar “woof” (inglés), “wan wan” (japonés) o «mung mung” (coreano).
– El canto de los pájaros. Nuestro “pio-pio” puede traducirse a “tweet-tweet” en inglés, y de ahí el nombre de “Twitter”, una de las redes sociales más importantes del momento. En cuanto al “kikirikí” de los gallos, podemos encontrar alrededor del mundo cantos de lo más diversos: “cockadoodledo”, en Reino Unido; “ko ko koi ko ko koi”, en Taiwan o “bak bakbvagiir”, en el mundo árabe.
– El maullar de los gatos. En nuestro país, los gatos maúllan tal que así: “miau miau”. No obstante, la onomatopeya para los japoneses es “nyan nyan”, o “meow” para los ingleses y sirios.
Pero si abandonamos el reino animal, también tenemos una gran cantidad de onomatopeyas traducibles:
– Los ronquidos. La onomatopeya que simula el ronquido varía mucho de unos lugares a otros: en francés se ronca “ron pchi”; en japonés, “gu gu”; en búlgaro, “hurrrr”, y en inglés, “zzzzzz”.
– Los estornudos. La variedad lingüística de nuestro “achís” es amplísima: mientras en Rusia utilizan el “apchkhi”, en Japón hacen “hakushon” y en los países anglosajones, “achoo”.
– El claxon. Nuestro “piiiiii” puede traducirse en “honk” (inglés), “toot toot” (finés) o “bi-biip” (búlgaro).
– El llanto. El castellano “buá” tiene traducciones algo similares en inglés (“wah”) y en finés (“byääh”). Sin embargo, la representación del llanto en Francia (“ouin”) y en Japón (“shikushiku”) resulta bastante menos intuitiva desde nuestra óptica.
– El beso. Las representaciones del sonido del beso son tremendamente diferentes en función de las distintas lenguas: “mwah”, en inglés; “boh”, en chino; “smack”, en francés; “mopsti”, en estonio; “chuac”, en portugués…
Como ves, las traducciones de onomatopeyas no son ningún misterio para un traductor profesional. Si necesitas servicios de traducción, no dudes en contactar con nosotros.
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