Cuando traducir es adaptar

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Traducir es trasladar un texto escrito en una lengua hacia otra lengua. No se trata de traducir palabra por palabra —porque hablamos de un proceso más complejo que esto— sino de traducir las palabras en su contexto y en su cultura. En ocasiones, estas son tan diferentes que requieren una adaptación para que el lector u oyente comprenda la esencia del mensaje: para que ría, llore y entienda las referencias culturales.

Un claro ejemplo de adaptación fue el caso de la serie televisiva El Príncipe de Bel-Air en donde se introducían referentes culturales españoles como Chiquito de la Calzada para hacer reír al público español. Hablamos de una serie de los años noventa, cuando Internet todavía no era frecuente en los hogares y, por ende, el acceso a toda la cultura estadounidense como tenemos hoy en día (hoy podemos disfrutar de todo el material audiovisual en versión original pero era algo casi impensable hace 25 años). Los tiempos han cambiado y estos flagrantes ejemplos de adaptación no son tan evidentes.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando se vuelve a traducir una obra clásica? Una traducción de hoy nunca será la misma que cuando se tradujo hace cien años, ya que la cultura de cualquier país evoluciona con el tiempo. La lectura de una traducción actual de una obra de Shakespeare será mucho más fluida que la traducción de principios del siglo pasado.

Otro ejemplo claro de adaptación que todo el mundo usa prácticamente a diario son las fórmulas de cortesía en los correos electrónicos. Cada lengua tiene su propia fórmula y no ha de traducirse palabra por palabra (Un saludo (ES), Regards (EN), Cordialement (FR)).

Volviendo al ámbito audiovisual —y, por qué no, comercial y literario—, la adaptación es de uso obligado cuando el objetivo del mensaje es hacer reír al receptor. En el caso de una interpretación, siempre se puede pedir al público que se ría porque el orador ha contado un chiste (según cuenta la leyenda urbana). Pero no es el caso de la traducción. Ahí, el ingenio y la creatividad deben desempeñar su papel para que la adaptación a la cultura meta consiga arrancar al menos una sonrisa al público meta.

Ya lo decíamos en el título: cuando traducir es adaptar, la traducción automática e incluso muchos traductores profesionales deben hacerse a un lado para dejar paso a aquellos que logran conectar con el público de una manera muy especial.

En blarlo contamos con estos traductores de diversos pares de lengua. Como hemos visto en este pequeño repaso, la adaptación ha de llevarse a cabo por verdaderos profesionales del idioma, ya sea en una traducción audiovisual, una traducción comercial, una traducción literaria o una traducción de un eslogan de marketing. Por suerte, nuestro equipo está compuesto por muchos de ellos que pueden ayudarte a solucionar aquellos quebraderos de cabeza que pueden marcar la diferencia.

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